Hace tiempo que no leía nada de Rivera Letelier. Al principio, me leía todo lo de él, pero no se porqué dejé de leer sus libros. Habiendo tanto que leer en realidad, tenía que pasar de un autor a otro.
Recién terminé el último libro de él, “El secuestro de la hermana Tegualda”.
Cuando ofrecieron las novedades que llegaban en septiembre desde la editorial me llamó la atención el título. Tegualda se llamaba la hermana mayor de mi mamá y no hay muchas Tegualdas, al menos yo no he conocido nunca a nadie más con ese nombre hasta que “apareció” como título de este libro.
El libro es una andanza más del Tira Gutiérrez, muy entretenida y divertida, que se lee muy rápido. Capta la atención inmediatamente y al menos yo no quería dejar de leer para saber qué pasaba con la hermana Tegualda y cómo iba a ser el desenlace con el Tira.
Muy bien narrada, me gustó mucho. Para los que quieren leer un libro entretenido, liviano, que los haga reír y que los mantenga expectantes en todo el desarrollo, cae como anillo al dedo.
La hermana Tegualda, simpático personaje que logra empatía con el lector ya que es una mujer enamorada y dispuesta a dejar todo por su amado. Hay pasajes en que incluso sorprende con su disposición a dejar cosas muy importantes para ella con tal de estar junto al Tira.
El Tira Gutiérrez hace de todo para recuperar a su amada, ya que obviamente la secuestran, en un recorrido fílmico en que uno va en sus zapatos caminando y sudando nerviosísimo por lo que pudiera pasar. No tiene nada de héroe ni menos pinta de actor de cine, todo lo contrario, pero se hace simpático y entrañable porque las situaciones que le ocurren son tan, por así decirlo, insólitas, que causan entre risa y nervios por lo que le pudiera ocurrir.
La hermana Tegualda igual es muy de quererla, inocente, inteligente y con las botas bien puestas. Es absolutamente la pareja ideal para nuestro protagonista. Se la juega completamente.
Además tienen recuerdos de una investigación que tuvieron que hacer en Cuba, relatan esos bares donde hay músicos en todos ellos recorriendo La Habana Vieja. Me recordó unas vacaciones en que conocí esos lugares tan de película antigua. Igual con eso se produce un acercamiento mayor con los protagonistas, que son sólo ellos dos. Buena, buena.
Al principio de la novela, en la parte de la dedicatoria, el autor coloca una frase de Raymond Chandler, escritor norteamericano de novela negra, muy bien elegido:
“Me temo que el libro no les parecerá bueno. No hay acción, no hay personajes queribles, no hay nada. El detective no hace nada”.
Lo encontré espectacular, justo y preciso para la novela. Como recomendación les digo que es bueno leer esas dedicatorias al principio y al final de los libros. Al comienzo a veces no se entiende la razón de por qué la eligió el autor, pero al leerlas después de terminar el libro como que se abre la mente y uno dice: “ Ah,…era por eso”.
Como siempre me pasa al terminar un libro así rapidito es que me habría encantado que fuera más largo.
Quedé con gusto a poco.
Texto: Paulina Jiménez Vega
Encargada de local
Librería Estudio