Además de las ya conocidas consecuencias que hoy está generando a nivel global el cambio climático, que cobró mayor interés luego que el filántropo estadounidense Albert Arnold Gore (o Al Gore), se hiciera mundialmente conocido tras publicar en 2006 el documental “An Inconvenient Truth” (Una verdad incómoda) y, posteriormente, un discurso sobre el calentamiento global en el BankUnited Center de la Universidad de Miami, en 2007, hoy se suma un nuevo estudio que asegura que todas las ciudades costeras estarán expuestas a inundaciones debido a un “tambaleo” en la órbita lunar, que será exponencialmente peligroso a contar de la década de 2030.
El portal de noticias CBS News publicó el 13 de julio una nota referente a un estudio publicado en la revista Nature Climate Change, realizado por la NASA y la Universidad de Hawaii, titulado “Rapid increases and extreme months in projections of United States high-tide flooding” (Incrementos rápidos y meses extremos en las proyecciones de inundaciones por marea alta en Estados Unidos).
Este estudio, hecho en base a mediciones realizadas en islas del pacífico, costa este y oeste de EE.UU., Golfo de México, Mar Caribe, Oregon y Washington, hace énfasis en que la altura de las inundaciones a causa de mareas altas alcanzará cada vez niveles más peligrosos para ciudades costeras, no sólo de Estados Unidos, sino para todo el planeta.
A través del mapeo de los escenarios de aumento del nivel del mar de la Administración Natural Oceánica y Atmosférica (NOAA), los umbrales de inundación y los ciclos atmosféricos, los investigadores encontraron que las inundaciones de las ciudades costeras estadounidenses podrían ser dos, tres, e incluso más veces peores a contar de la próxima década, cuando se espera comience un nuevo periodo de “oscilación” de la órbita lunar. Las consecuencias directas de estas proyecciones serían un daño significativo a la infraestructura costera, que generaría un desplazamiento masivo de las comunidades.
Un peligroso fenómeno natural
El “tambaleo” en la órbita lunar es un fenómeno natural que fue informado por primera vez en el año 1728. Desde entonces, se sabe que la órbita de la luna es responsable de periodos de mareas más altas y más bajas, aproximadamente, cada 18,6 años. Por sí mismas, estas variaciones lunares no son peligrosas.
«En la mitad del ciclo de 18,6 años de la Luna, las mareas diarias regulares de la Tierra se suprimen: las mareas altas son más bajas de lo normal y las mareas bajas son más altas de lo normal. En la otra mitad del ciclo, las mareas se amplifican: las mareas altas aumentan y las mareas bajas disminuyen. El aumento global del nivel del mar empuja las mareas altas en una sola dirección: más alta. Por lo tanto, la mitad del ciclo lunar de 18,6 años contrarresta el efecto del aumento del nivel del mar en las mareas altas, y la otra mitad aumenta el efecto», explica la NASA.
El problema hoy en día es que, debido al aumento del nivel del mar causado por el calentamiento global, se espera que las inundaciones por marea alta sean más intensas y más frecuentes que nunca, exacerbando las sombrías predicciones que ya conocíamos.
El NOAA informó más de 600 inundaciones de este tipo en USA en 2019, pero los científicos proyectan que este número sería tres y hasta cuatro veces mayor a mediados de la próxima década, debido a que el nivel del mar irá creciendo exponencialmente.
Si las condiciones llegaran a ser las “ideales”, es decir, dependiendo de la alineación entre la luna, la Tierra y el sol, los umbrales de inundación podrían ocurrir en grupos durante más de un mes inclusive, con periodos de tiempo cercanos a un día por medio y hasta todos los días en fechas críticas.
Advertencias del mundo científico
«Las áreas bajas cercanas al nivel del mar corren cada vez más riesgo y sufren debido al aumento de las inundaciones, y solo empeorarán», dijo el administrador de la NASA, Bill Nelson. «La combinación de la atracción gravitacional de la Luna, el aumento del nivel del mar y el cambio climático continuará exacerbando las inundaciones costeras en nuestras costas y en todo el mundo».
Los investigadores esperan que esta información sirva de referencia para los países de todo el globo, con el fin de prevenir el mayor daño posible, tanto al medioambiente como a los medios de vida de las personas. Pues, si bien las inundaciones no generan tanto volumen de agua como una tormenta o un huracán, el peligro radica en su frecuencia y en la velocidad con que son capaces de erosionar el suelo costero.
«Es el efecto acumulado a lo largo del tiempo lo que tendrá un impacto», dijo el autor principal del artículo, Phil Thompson.
Consecuencias ya observables del cambio climático y la intervención humana
Hace sólo unas semanas, el portal de noticias BBC News daba cuenta de las peores inundaciones en décadas en Europa occidental, afectando a países como Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Suiza y, sobre todo, Alemania. La canciller alemana Angela Merkel pidió una “batalla decidida” contra el cambio climático.
En Chile, durante junio de 2021, los medios de comunicación comenzaron a cuestionar la seguridad de la infraestructura y las comunidades costeras luego de las cada vez más frecuentes “marejadas normales” que afectaron a las costas del país.
Además de los fenómenos naturales, la intervención de las costas producto de la obra humana también aporta a que el riesgo vaya en aumento. Se sabe que la geografía costera no es una estructura invariable, sino todo lo contrario, se encuentra constantemente sometida a diversos factores que generan cambios en el mediano y largo plazo. Mientras más se pavimente, mayor es el cambio en el flujo de sedimentos hacia las playas, lo que afecta su natural recuperación. La construcción de embalses de regadío también reduce la capacidad de los ríos de transportar sedimentos. Obras costeras, como el Puerto de San Antonio, aportan al cambio en los patrones de transporte de sedimentos. Evidencia de ello es la formación de los Ojos de Agua de Llolleo.
El mundo académico advierte que el crecimiento sustentable de las ciudades debe considerar estos cambios y en un país como Chile, donde la costa es protagonista de la geografía, la discusión sobre el peligro que advierte la NASA debe ser una constante.
Texto: Fabián Rodríguez
Fotografía: Unsplash