Durante la pandemia de 2020, la mayoría de los estudiantes de educación superior tuvieron un mayor acceso a internet, lo que fomentó el hábito de consumir contenido en plataformas de streaming y jugar videojuegos. Como evidencia de ello, la Liga E-Sports de la Universidad de Concepción cuenta con cerca de 5,000 seguidores en Instagram y agrupa a equipos de distintas carreras en diversas categorías de videojuegos competitivos, principalmente en títulos como League of Legends, Valorant y Rocket League.

Este artículo se plantea la siguiente pregunta: ¿cómo interactúan los videojuegos con los estudiantes universitarios y cómo logran compatibilizar sus estudios con el tiempo dedicado a jugar? Durante el proceso de investigación, no se encontraron estudios científicos indexados sobre el tema en Chile, así que se accedió al material disponible en otros países. 

En 2017, la Universidad de Granada realizó un estudio en España con 490 estudiantes universitarios, de los cuales el 39.4% eran hombres y el 60.6% mujeres. Los resultados mostraron que los hombres tendían a jugar videojuegos con mayor frecuencia que las mujeres. En general, tres quintos de los encuestados dedicaban tiempo a los videojuegos, mientras que los otros dos quintos no lo hacían.

Sin embargo, estas cifras cambiaron tras el inicio de la pandemia en 2020. En el primer año de confinamiento, el consumo de videojuegos aumentó un 62%, según un estudio de la agencia WILD FI. En Chile, el 52% de la población se identificaba como «jugadores ocasionales», dedicando entre 5 y 10 horas semanales a jugar. A nivel mundial, un estudio de Nielsen reveló que el 82% de los consumidores jugaban videojuegos o veían contenido relacionado durante el pico de la pandemia, y el consumo de plataformas de streaming como Twitch en Estados Unidos pasó de 13 millones a 31 millones de horas vistas.

LA CLAVE ESTÁ EN EL EQUILIBRIO

Para comenzar a resolver la interrogante planteada en este artículo se comenzó por entrevistar a una estudiante universitaria del universo gamer, con el fin de conocer su experiencia. Se trata de una estudiante de 21 años, que cursa 2do año de Publicidad en la Universidad de Santiago de Chile, quien accedió a darnos una entrevista siempre y cuando no compartamos su identidad.

Si bien la cultura gamer es transversal desde la infancia, es en la universidad donde los estudiantes experimentan por primera vez la libertad de determinar qué hacer con su tiempo. Dedicar una cantidad excesiva de horas a los videojuegos es una decisión que en última instancia es personal de cada estudiante. 

– ¿Cuántas horas diarias juegas en promedio?

– Aproximadamente juego cerca de tres a cuatro horas.

– ¿Sientes que las horas que dedicas a jugar impactan negativamente en tu rendimiento académico?

– Personalmente, no. Al llevar tanto tiempo consumiendo distintos tipos de juegos, creo que llegué a un punto donde jugar no me afecta para continuar mi vida de una manera normal al día siguiente.

– ¿Sientes que te consume demasiado tiempo o sabes equilibrarlo lo suficiente para no afectar tus actividades cotidianas respecto a la universidad?

– He aprendido a equilibrarlo. Al inicio eso es mucho más complicado, pero con el tiempo he logrado mantenerme más ordenada con mis tiempos que utilizó jugando, como con los tiempos que utilizo para la universidad. 

– Actualmente, ¿jugar te genera una reacción más negativa o positiva en relación con tus estudios universitarios?

– Me ayuda a alejarme un poco de la presión que da la universidad. Siempre hay que tener un equilibrio, estar tan centrado en la universidad muchas veces puede traer mucho estrés, por lo que jugar un poco puede dar un espacio para sí mismos y hacer que nos alejemos de lo complicado que puede la exigencia academica.

En los últimos años, se ha tomado consciencia desde la psicología clínica de los posibles beneficios o trastornos que puede generar la actividad relacionada a videojuegos. Si bien la tecnología ha logrado poner a nuestro alcance experiencias que ayudan a potenciar entornos de aprendizaje (como la realidad aumentada) también hemos sido testigos de trastornos de conducta y potencial riesgo de desgaste académico asociado al uso excesivo de videojuegos que no discrimina edad ni género. Según un estudio de la Universidad Técnica de Ambato, en Ecuador, sin embargo, serían los hombres los más propensos a desarrollar dependencia a los videojuegos. 

Consultada sobre los posibles beneficios cognitivos asociados al uso moderado de videojuegos, la Psicóloga Clínica María Ignacia Musler comentó que sí los hay. Y se relacionan sobre todo a funciones como la cognición, memoria y atención, así como también a la resolución de problemas. Sin embargo, recalca, “todo bajo la responsabilidad de su uso”. 

– ¿Qué estrategias recomienda para equilibrar el tiempo de juego con las responsabilidades académicas?

– Creo que la estrategia debe venir de parte de los padres, dejar los videojuegos como una actividad recreativa que no esté por sobre las responsabilidades académicas, cómo un sistema de recompensa.

– ⁠¿Qué señales indican que un estudiante universitario podría llegar a desarrollar una adicción a los videojuegos? 

– Las señales podrían ser vistas en primera instancia como una negación a la adicción (como en cualquier otra), en donde además se presentan problemas cognitivos y de abstinencia al momento de no tenerlos. 

– ¿Cómo pueden los videojuegos ser utilizados como herramientas educativas y/o de aprendizaje? ¿Existen terapias en las cuales utilicen videojuegos para mejorar la salud mental de los estudiantes?

– En lo actual conozco la terapia de realidad virtual, la cual ha sido útil en fobias y trastornos de estrés. También se utiliza el juego de roles, que se usa de manera virtual para poder fortalecer ciertos ámbitos de los pacientes, sobre todo con los más pequeños.

– ¿Cómo influyen los videojuegos en la gestión del estrés y la ansiedad en los estudiantes?

– Los videojuegos pueden ser útiles como medio de dispersión en el caso de los estudiantes, el prestar atención a una situación virtual y no a la vida misma puede ser útil para llevar el día a día de los estudiantes, siempre y cuando sea usado con moderación para que no genere los efectos contrarios.

UNA AMENAZA A LA CREATIVIDAD

Mientras, la Psicóloga Infantil Jehiveh Mendoza (fundadora de Infomamis), también reconoce que puede haber tanto efectos positivos como negativos. Por ejemplo, “los efectos positivos que puede traer a la vida, en primer lugar, es que puede ser una vía de regulación emocional, es decir; hay personas que de pronto cuando sienten mucha ansiedad, mucho estrés y están muy agitadas, una forma de escape de esa situación, de poder volver a regular sus emociones, de drenarse, de calmarse, es teniendo un hobby como por ejemplo los videojuegos”.

Según la psicóloga, también ayuda a desarrollar la tolerancia al fracaso “porque como en los videojuegos normalmente se pierde continuamente, pues tanto los niños, los adolescentes como los estudiantes universitarios -que son adultos jóvenes- empiezan a sentir mayor sensación de que cuando pierdo puedo volverlo a intentar y puedo persistir ser constante con mis actividades”, recalcó. 

Respecto a las consecuencias negativas en el uso de videojuegos, la profesional apuntó a que las consecuencias pueden venir de la mano del tiempo que se destina a jugar, pero también del contenido de los juegos: “Por ejemplo, cuando es contenido que es violento, que tiene contenido que es racista, que es sexista, esto es algo que le afecta a la personalidad de la persona, a mí en su comportamiento, a futuro, porque le va generando y le va sembrando este tipo de ideas. Otra de las cosas también que puede llegar a pasar aparte del contenido es que cuando nosotros estamos expuestos tan continuamente a la digamos toda esa sobre creatividad que vemos en los videojuegos, nuestra propia creatividad personal a veces se ve bebe mermada porque dejamos de tener como innovación, ideas creativas por estar tan inmersos en esta virtualidad”, apuntó. 

– ¿Es posible llevar un equilibrio sano en un alto consumo de videojuegos y un alto estrés academico?

Ambas cosas no van en equilibrio. O sea, si yo digo que ya la persona tiene un alto consumo de videojuegos, es una persona que muy probablemente va a tener mayor carga de estrés porque va a tener esa predisposición a la adicción. Y cuando nos pasa esto, entonces, dejamos nuestras actividades cotidianas que nos ayudan a regular nuestras emociones.

– Entonces, si tenemos un alto consumo de videojuegos, ya no vamos a tener un equilibrio sano. Ahora, si yo tengo un alto estrés académico, tampoco voy a tener un equilibrio sano. Es importante que la persona pueda aprender a priorizar, a colocarse sus horarios de estudio, sus horarios de trabajo, sus horarios de reuniones, sus horarios de clases, que cada una de estas cosas tenga prioridad en su agenda, pero que al mismo tiempo también agende los momentos de autocuidado, que son esos momentos donde nosotros practicamos el amor propio, donde tenemos relajación espiritual, relajación física, relajación a través de nuestra respiración, esa relajación psicológica que también necesitamos.

– Entonces, es importante que se equilibre el tiempo de consumo de videojuegos, el nivel de estrés académico que tiene esta persona y que pueda incluir dentro de sus actividades autocuidado para poder llevar a ese equilibrio sano. Si es una persona que está realizando actividades autocuidados, que puede drenar el estrés académico con otras actividades relajantes, que utiliza los videojuegos para poder recuperar la calma, recobrar su control, que los usa como un pasatiempo y como algo recreativo, pero que tiene un uso controlado, si es una persona que va a poder tener un equilibrio sano.

JUGAR COMO UNA FORMA DE AUTOCUIDADO

En conclusión, las entrevistas realizadas revelan que el uso moderado y controlado de videojuegos puede ser beneficioso para los estudiantes, ayudándoles a gestionar el estrés y a regular sus emociones. La estudiante entrevistada destacó que los videojuegos le permiten desconectarse de la presión universitaria, mientras que la psicóloga clínica María Ignacia Musler confirmó que los videojuegos pueden mejorar funciones cognitivas como la memoria, la atención y la resolución de problemas. Sin embargo, ambas profesionales subrayan la importancia de un uso responsable. La psicóloga infantil Jehiveh Mendoza añade que los videojuegos también pueden fomentar la tolerancia al fracaso, ya que los jugadores aprenden a persistir después de perder en el juego, una habilidad que se traduce en su vida diaria. 

No obstante, el riesgo de adicción y los efectos negativos relacionados con el tiempo excesivo de juego y el contenido inapropiado son preocupaciones válidas. Mendoza señala que una exposición prolongada a contenidos violentos o sexistas puede influir negativamente en el comportamiento y la personalidad de los estudiantes. Además, recalca que un alto consumo de videojuegos combinado con el estrés académico puede ser perjudicial para mantener un equilibrio sano. La clave, concluye, está en priorizar el autocuidado, planificar el tiempo de estudio y trabajo, y usar los videojuegos de forma recreativa pero controlada, como una herramienta más para aliviar el estrés sin caer en el exceso. Este balance permitirá a los estudiantes mantener un rendimiento académico estable sin sacrificar su bienestar emocional. 

Texto: Bianca Salazar

Fotografia: diana.grytsku

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