Si bien la economía contemporánea se basa más en la importación, hubo una época en que la Región del Biobío fue reconocida por la gran cantidad de empresas manufactureras que poblaban sus calles. Importantes barrios industriales se fundaron para dar asiento a sus trabajadores. Dichas empresas no sólo se encargaban de abastecer el mercado nacional con productos de primera categoría, sino que además exportaban gran cantidad de materia prima y productos a mercados internacionales, potenciados por la cercanía a puertos como Lirquén, San Vicente o Coronel. «Si es chileno, es bueno», fue una frase que durante décadas perfumó la boca de nuestros coterráneos.
En nuestros días, la economía se ha diversificado de forma tal que las exportaciones se concentran casi exclusivamente en materias primas tales como la madera, productos agrícolas y pescado, además del cobre. La mayoría de los productos y materias primas que se utilizan en el país proceden de otros países; materiales de construcción, alimentos, vehículos, tecnología y vestuario, por citar algunos.
Sin embargo, aún existen empresas que se dedican a la fabricación y exportación de materiales únicos y de alto valor. Es el caso de Crossville Fabric Chile, una empresa que se dedica a la fabricación de telas de altísima calidad, donde el 100% de la producción es comercializada en países como Estados Unidos, Inglaterra, Italia y Francia. Aunque parezca increíble, un traje fabricado con una tela elaborada en esta compañía tomecina puede llegar a costar USD 20.000 en el extranjero.
En el marco de la realización del proyecto Runway Fashion Design (RFD) -desafío de diseño de vestuario que reúne a diseñadoras de vestuario y artesanos locales en una pasarela de moda de alta categoría- que comanda la penquista Johana Fernández, la fábrica abrió sus puertas para que las diseñadoras de vestuario que participan del certamen pudiesen conocer el proceso industrial de fabricación de telas premium. Esto, con la finalidad de internalizar las labores de ingeniería que hay detrás de una pieza de tela, para así dar valor a su propio trabajo.
Alejandro Müller, gerente de operaciones de Crossville Fabric Chile, comenta que «nosotros estamos participando en este programa por una invitación que nos hizo Johana, para apoyar el proyecto, y creemos que es una buena oportunidad para poder, como empresa del área textil, apoyar el desarrollo de la innovación, el diseño en lo que es vestimenta, a los diseñadores y artesanos de la Región, para motivar que este rubro se mantenga vivo y siga creciendo«.
– Alejandro, ¿cómo va a aportar esta visita a las diseñadoras que hoy vienen a conocer la fábrica?
– Bueno, ver lo que nosotros hacemos como empresa de modas. Ver qué se está haciendo a nivel internacional, porque nosotros exportamos el 100% de nuestra producción. Así que podrán ver el diseño en telas, básicamente. Aquí nosotros no fabricamos prendas, pero sí lo que son las telas que se utilizan en Europa y Estados Unidos. Creo que es una buena oportunidad para poder ver de primera mano cuáles son las tendencias a nivel mundial.
– ¿Se fabrica con materia prima local?
– La materia prima no es local, es lana australiana.
Luego de una instrucción de seguridad por parte del equipo de prevención de riesgos, comenzamos el recorrido a través de las distintas áreas que conforman las instalaciones; en primera instancia el procesamiento de la lana cruda, su lavado y teñido, posteriormente el hilado para obtener fibras cada vez más delgadas (mientras más finas las fibras, más delicada y cara es la tela). Luego el minucioso proceso de confección de telas en base a diseños previamente trabajados, a petición de los clientes. En este punto, el gerente de la planta nos comenta «ahora están volviendo los diseños con líneas, luego años» (recordemos que las telas que aquí se fabrican son el sustento de las tendencias mundiales en moda). Finalmente, las telas se someten a un proceso de lavado, rasurado y planchado para dar un acabado suave, donde deben además transitar a través de un estricto control de calidad antes de ser empaquetadas para su exportación. La sensación en las manos al tocar una de estas telas es indescriptible.
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Con el objetivo de saber de primera mano cuál fue la experiencia de las diseñadoras a quienes acompañamos en esta provechosa visita a la fábrica, entrevistamos a tres de ellas. Dicho sea de paso, todas las diseñadoras que visitaron la fábrica tuvieron la oportunidad de entrar a la Sala de Diseño y a la bodega de la fábrica para elegir telas exclusivas que usarán en los diseños a presentar en la pasarela RFD, cortesía de Crossville.
– ¿Cuál la prenda que más te gusta confeccionar?
– Los blazers.
– ¿En qué te aporta esta visita organizada por RFD a tu trabajo como diseñadora?
– Creo que ver el proceso de creación de las telas aumenta el valor que uno le da al trabajo. Porque uno tiene un valor como diseñador y las telas son el material que uno utiliza, pero no ve lo que hay detrás, el trabajo de las personas que hacen esas telas. Eso lo encontré genial; el equipo, los filtros, el detalle. Había una señora cortando hilo por hilo, cualquier detalle que tuviera la tela en los últimos procesos. Lo encontré maravilloso, muy bonito. Ese trabajo no se visualiza nunca.
– ¿Cuál es la prenda que más te gusta confeccionar?
– En general, me gusta diseñar vestidos (largos, de novias, de damas de honor, etc.).
– ¿Qué significa para ti haber entrado al proyecto RFD y poder visitar esta fábrica?
– Lo encuentro una propuesta muy interesante, una puesta en valor en la zona. Hacía mucha falta este tipo de desafíos para darle fuerza y empuje a todos los diseñadores de la Región. Ahora, dentro de la fábrica es muy interesante la forma del proceso; la fabricación de la tela, el hilado, hasta que sale la tela final.
– ¿Qué rescatas de esta visita?
– Bueno, la fábrica no todo el mundo la conoce porque exportan mucho. Pero es un empuje a la fabricación local y a la relación de la industria con el medio ambiente, por el uso de telas biodegradables y sustentables. Eso es lo más rescatable de este tipo de fábricas que todavía mantienen esa línea.
– ¿Trabajas de forma independiente?
– En este momento, sí. Tengo dos emprendimientos; productos corporativos para empresas y una marca de moda urbana que en un momento era un hobbie, pero ahora recién lo estoy tomando como algo que genera, se organiza, resiste y está siempre renovándose. Se llama Danliza.
– Esta visita a la fábrica, en el marco del proyecto RFD, ¿cómo te beneficia?
– Bueno, aparte del propósito que es ver el proceso productivo de las telas, siento que hoy estoy donde tengo que estar. Ha sido muy bacán recorrer toda esta industria. Porque yo, personalmente, desconocía esta fábrica. Creía que la industria textil en Biobío había muerto luego que cerró Bellavista Oveja Tomé. Y ahora me doy cuenta que esta es una empresa gigante, que trabaja a una escala industrial. Eso es súper motivante. Que la industria textil no va a morir, con los diseñadores y las personas que trabajan se puede potenciar la industria. Creo que va a surgir. Va a tener un nuevo resurgimiento en los próximos años.
– ¿Algo que quieras agregar?
– No son telas con las que estoy acostumbrada a trabajar, pero realmente es una gran oportunidad trabajar con cosas de calidad y productos nacionales. Además de ver todos estos procesos, que exportan a Escocia o Londres realmente es como otro nivel, que no esperaba.
Agradecemos profundamente la invitación de RFD y la disposición de Crossville Fabric Chile por permitirnos visitar y fotografiar sus instalaciones, especialmente a su gerente de operaciones por guiar personalmente la visita de nuestro equipo. Cabe destacar que el propio desafío que involucra a las diseñadoras penquistas es en sí mismo una instancia única y sin precedentes, que debe ser valorada como una oportunidad para revertir el exceso de consumo de moda importada, que no beneficia ni a la comunidad, ni a la propia industria del diseño y la moda, mucho menos al medioambiente. Es esta clase de proyectos los que se deben perseguir y potenciar para consolidar a Concepción -y a todo Chile- como un referente de la creatividad a nivel global.
Texto y fotografía: Fabián Rodríguez
frodriguez@thepenquist.com